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Anorexia, bulimia y trastornos de alimentación

Sé que mi trastorno de la alimentación nunca llegó a ser anorexia o bulimia pero rozando esos límites estuve. Siempre fui consciente de ello y no me importaba reconocerlo. Desde que era bien pequeñita me costaba comer, mis padres siempre me forzaban a comer y aun así la bola de comida la pasaba de un lado al otro de la boca hasta que ésta se quedaba insípida. Recuerdo tirar la comida a escondidas y quedarme siempre la última en el comedor del colegio hasta que las cocineras terminaban de fregar la cocina. Con una edad más adulta, llegué a intentar vomitar todo lo que había comido pero lo desagradable de la experiencia me provocó desistir de ello.

Durante la adolescencia rechazaba mi cuerpo frente al espejo, nunca me gustaron mis caderas y llegaba a golpearme y culpabilizarme por el cuerpo que tenía. Estaba rechazando inconscientemente mi feminidad. A los veinte años empecé a polarizarme,  rodeándome mucha parte del tiempo siempre de hombres tanto en el deporte como en mis relaciones interpersonales, desarrollando y expresando mucho más mi energía masculina, caracterizada por la acción, la lucha, el esfuerzo, la determinación. Mi energía femenina yacía dormida, oculta, reprimida. Ello también se manifestaba en mi biología, pues recuerdo que sobre los dieciocho años dejé de tomar las pastillas anticonceptivas y estuve dos años sin que me bajase la regla de manera natural, teniendo que recurrir a los anticonceptivos de nuevo para tener la menstruación, a los veinticuatro los dejé de nuevo y ya nunca más me volvió a llegar.

A los veintiocho años paré mi vida por completo para encontrarme a mi misma, para encontrar respuesta a todo síntoma físico y enfermedad que estaba viviendo. Fue entonces cuando el Universo me llevó a encontrar las respuestas en la Bioeuroemoción como forma de vida, entendiendo que el cuerpo es un medio de comunicación, que es la mente la que está enferma.

Para entender el «para qué» de cada enfermedad o situación de tu vida, tienes que analizar la información que se encuentra en tu subconsciente, y que está dirigiendo el 95-97% de tus actos inconscientes.

«Hasta que Usted no haga consciente lo inconsciente, éste último dirigirá su vida y Usted lo llamará destino» Carl G. Jung

Complejo de Edipo

A la hora de estudiar nuestro árbol trasgeneracional, la Bioneuroemoción recurre a la teoría del psicoanálisis de Sigmon Freud y Carl Gustav Jung para explicarnos la importancia que tiene en el ser humano la relación madre-hijo o madre-hija con sus consecuentes trastornos psicoemocionales para el niño o la niña.

Según el psicoanalista del S. XX Sigmund Freud, el COMPLEJO DE EDIPO, inspirado en la mitología griega, fue un término que acuñó en su teoría de las etapas psicosexuales del desarrollo para describir sentimientos de deseo de un niño por su madre, y los celos y la ira hacia el padre. Básicamente se refiere a que el niño siente que está compitiendo con su padre por la posesión de su madre, mientras que una chica siente que está compitiendo con su madre por el afecto de su padre.

En el caso de la relación entre madre e hijo, en la mayoría de los casos, la madre tiene un marido ausente y proyecta en el hijo la necesidad de protección. La ausencia del marido puede deberse bien porque esté todo el día trabajando, o en el bar con los amigos, o en la cárcel, o muerto o en el sofá pero como si no estuviera, de modo que la mujer siente su ausencia emocional, falta de atención y de protección.

De modo que el inconsciente de la madre busca esa energía masculina en su hijo, lo sobreprotege, lo «castra» y lo hace depender de ella. Estos hijos suelen ser emocionalmente inmaduros, dependientes emocionalmente de la madre. A menudo, eligen parejas que son como sus madres, buscan una madre para que los siga cuidando, ya que el inconsciente no distingue entre mi madre o mi mujer, sino en la energía de amor y cariño.

El complejo de Edipo no necesariamente debe de darse entre la madre y su hijo, puede darse también con la hija ya que el inconsciente no hace diferencias entre género masculino y femenino. Lo relevante es el rol que adopta esa hija, es decir, su polaridad masculina o femenina. Por lo tanto, la madre puede sobreproteger a una hija que tiene una energía muy masculina muy presente.

El significado de la palabra «complejo» según la Psicología, proviene del latín, de la palabra «complectere», cuyo significado es «abrazar» o «abarcar»Este significado define perfectamente el tipo de relación familiar que se da: soy abarcado/a por mi madre.

Muchas veces, cuando el complejo de Edipo es madre-hija, la hija no se siente querida por su madre y establece una relación emocional odio-amor con ella que es adictiva; enfermedades como la anorexia y la bulimia se relacionan con complejos de Edipo de este tipo. Muchas veces, la hija busca a su madre desesperadamente, y se casa con un hombre que es como ella, buscando inconscientemente su cariño.

 

 

Mi relación madre-hija

Mi madre, al tener un marido ausente, proyectó en mi hermano el macho que no estaba en casa y que necesitaba que la protegiese. Porque el inconsciente no diferencia entre marido o hijo, simplemente identifica esa energía masculina que le va a dar la protección y el afecto que una hembra necesita. Yo era la hija que buscaba insistentemente la atención y el cariño de mi madre pero nunca lo recibí como a mi me hubiera gustado recibirlo, porque ella inconscientemente sobreprotegía al varón.

Así es como mi inconsciente empieza a rechazar el alimento, pues simbólicamente es el alimento emocional que no estoy recibiendo de mi madre y por lo tanto rechazo a mi madre, principal modelo del principio femenino para una niña. Aquí es donde se desencadena mi trastorno con la alimentación y mi fuerte obsesión contra mi cuerpo. Odio hacia mis caderas, parte del cuerpo donde se ubica «el cáliz sagrado», aquella parte del cuerpo que hace de una niña una mujer y cuya principal función es la reproducción.

Mi cuerpo manifestaba el rechazo a mi madre, a mi feminidad. Me hago mujer con 10 años y a los 12-13 años empiezan mis irregularidades con el periodo menstrual, momento en el que me separo de mi padre en incoherencia total para ir a vivir con mi madre. A los 15 me empiezo a hormonar con pastillas y cada vez que dejaba los anticonceptivos, me pegaba años sin tener la regla.

Mi creencia inconsciente de que «si me engordaba mi mamá no me querrá» condiciona mis comportamientos de por vida, como os explico en detalle en otra de mis publicaciones.

La autoindagación y el cuestionamiento de mis creencias me han llevado a comprender que mi trastorno con la alimentación y la amenorrea que padecía se debían a un rechazo inconsciente hacia mi madre y por ende hacia mi feminidad. La represión de una emoción durante toda mi vida, la rabia, se manifestaba hacia mi propio cuerpo.

Durante los cursos en Bioneuroemoción, hice un fuerte trabajo de comprensión, aceptación y perdón con respecto a mi madre. Fue una experiencia espiritual que me permitió vivir el aquí y el ahora y experimentar la eternidad que yace en lo más profundo de nuestra infinita mente.

Tras aquella mágica experiencia me llegó la regla después de cuatro años de amenorrea y toda una vida tomando anticonceptivos. Durante esas dos semanas vivía en un limbo, mi mente no pensaba, no intervenía en los dictados de mi corazón y así es como dejaron de influir mis creencias y mis programas inconscientes para que toda la energía cósmica, la Consciencia, se canalizase a través de mi corazón y me permitiese vivir en la eternidad del momento presente, sin juicios, con amor.

Pasada aquella experiencia, aterricé en el mundo real, mi mente dual volvió en si, mi ego se asentó de nuevo y mis pensamientos volvieron a aparecer. Aquella vivencia espiritual me hizo tomar conciencia pero el trabajo que tenía que hacer con mi madre era aún más fuerte, pues mi trastorno con la alimentación y el rechazo a mi cuerpo estaban muy arraigados.

Mi trabajo duró meses. Sabía que tenía que aceptar a mi madre, perdonarla y  comprenderla porque ella no lo supo hacer de otra manera, porque ella también era dirigida por unos programas inconscientes que controlaban su vida.

Era consciente de todo ello pero lo difícil era bajar ese pensamiento al corazón, es decir, cambiar la emoción de rabia que sentía hacia ella por la emoción del amor.

El gran encuentro con la madre:

Recuerdo que tenía planeado viajar a Huesca en mayo para visitar a la familia por el cumpleaños de mis padres que cumplen el mismo día y celebramos doblemente porque están divorciados. Nos íbamos a juntar todos los hermanos y eso era lo que más me motivaba. Sinceramente mi corazón no tenía ganas de encontrarse con mi madre, pero mi razón ponía la excusa de ver a mis hermanos para ir a Huesca. Ante tal incoherencia planifiqué ir y encontrarme con mi madre.

Dias antes del viaje, de camino a casa, experimenté una fuerte necesidad de liberación emocional. Mi mente pensante me decía: «¿qué hago cuando llegue a casa? ¿me bebo una cerveza o me pongo a cenar aunque no tenga hambre?» Me sentía indecisa, había algo en mi que quería tapar, ya fuera con la comida o con el alcohol, quería inhibir esa emoción que yacía en lo más profundo de mi ser. De repente me paré en seco y sentí que debía ir a la playa.

Aquella noche me senté frente a la luna llena y empecé a llorar. Saqué la rabia, lloré y lloré hasta que aquella emoción que invadía mi estómago desapareció. Dejé pasar la emoción hasta que quedé en paz.

Anorexia, bulimia y trastornos de alimentación

Tras varios días llegó el momento de encontrarnos. Fue un fin de semana muy estresante, mi padre estaba en el hospital y la familia de mi madre en casa para festejar el cumpleaños. La vida me estaba poniendo a prueba para tomar consciencia de mi fuerte programa, tanto por el rechazo hacia mi madre como el fuerte apego con mi padre.

Estaba muy sensible, me acostaba llorando y me despertaba llorando. Las emociones se apoderaban de mi, hasta que decidí soltarlas. Me dirigí a mi madre y lo expresé. Lloré de nuevo la rabia, le dije todo lo que sentía hacia ella, entendiendo que no lo viese como yo, pues ella lo hizo todo lo mejor que supo y pudo.

Ese mes no me llegó la regla así que decidí hacerme un acompañamiento en Bioneuroemoción. Cuando hay un síntoma físico se tiene que localizar la situación de estrés que se da con el síntoma físico. Me acompañaron a tomar conciencia de que hasta que no aceptase a mi madre no me aceptaría a mi como mujer y así fue.

La manifestación del inconsciente en los sueños

Los días siguientes me fui a la playa, donde con el silencio y la calma pude asimilar mis pensamientos y sentimientos. Esa semana soñé con ella. Fue maravilloso, mi inconsciente se manifestó en mi sueño corroborándome que ya estaba en paz con ella y conmigo misma.

En el sueño estábamos las dos pintando las paredes de su casa de color amarillo. Ella había hecho un pequeño destrozo en un mueble y yo la miré sonriente sin darle más importancia. Le pregunté dónde estaba el bote de pintura y cuando fui a por él lo saqué de la pared. El bote de pintura amarillo se encontraba incrustado en el armario que estaba empotrado en la pared.

Que sueño más simbólico. Pintar es renovar, el color amarillo tiene muchos significados pero yo lo asocio a luz, la iluminación, el entendimiento y la sabiduría. La manera en que la miro y converso con ella, con un fuerte sentimiento de amor y comprensión, aun cuando haya estropeado el mueble. Sacar el bote de pintura simboliza sacar algo muy profundo, ya que estaba fuertemente incrustado en el armario empotrado de la pared, al igual que la rabia que sentía hacia ella desde que era una niña.

«Una vez se toma conciencia, se llega a ese estado de comprensión y se confía en el desarrollo del proceso curativo» Enric Corbera

Así fue. Confié en el desarrollo del proceso curativo y la regla me volvió al mes. Con el paso del tiempo y la integración de mi feminidad mi cuerpo ha cambiado. Ya no hago ni la mitad de ejercicio que antes y acepto mi cuerpo tal y como es. He de reconocer que cuanto más integro a mi madre, mi cuerpo más se parece al de ella, al de una mujer.

Ahora cada vez que me encuentro con mi madre lo hago con un profundo amor. Me posiciono como mera observadora de lo que acontece y acepto que su inconsciente siga buscando la protección del hombre. Es más, de lo último que tomé conciencia es que mi madre que tiene dos hijos varones, mi hermana y yo, llamó a los varones uno como su primer marido y al otro como a su padre.

Para que veáis como el inconsciente no diferencia entre padre, marido o hijo, el inconsciente sólo percibe esa energía masculina que te protege de niña y te protegerá de mujer. Lo mismo sucede en el caso de los hombres, el inconsciente no diferencia entre madre, mujer o hija, sino que identifica la energía femenina de amor y ternura.

Hoy por hoy he hecho las paces con esa parte de mi que tanto reprimía y que me ha devuelto la vida. La energía de sentirme mujer es lo más bonito que me ha pasado nunca.

Me despido con la frase de UCDM que dice así:

«Es tan cierto que aquellos que abrigan resentimientos sentirán culpabilidad, como que los que perdonan hallarán la paz».

El amor, el perdón y la compasión es el acto más humano que podemos hacer con nosotros mismos y con los demás. Cuando dejes de juzgar al otro, ya sea tu padre, tu madre, tu hermano, tu amigo, tu vecino… los cambios en tu vida vendrán solos. Perdón, lo siento, te amo, gracias mamá.

 

Patricia Guijarro

Acompañante y mentora de mujeres que quieren mejorar su autoestima, salud y bienestar emocional. Inconformista y buscadora de la verdad, he descubierto el poder que tienen las emociones y los pensamientos en nuestra vida.

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Jovita

    Acabo de descubrir tu blog y te felicito. Me llegas directamente al alma. Yo tengo 52 años y sigo teniendo problemas con la comida y al leerte es como si fuera magia, me he dado cuenta perfectamente del problema que tengo con lo «femenino», las curvas,la sensualidad. Resulta que mi madre también tuvo una obsesión con su cuerpo brutal y yo fui como su niña que consiguió adelgazar y así podía ser adulada y querida. Mi hermano era su centro de atención y su protegido. Mi otra hermana que es la mediada siempre miró hacia fuera de la familia, huyó, pero yo se que era la preferida de mi padre. Actualmente estoy leyendo el «Dejar ir» y al leerte me has inspirado en lo que debo dejar ir. Llevo mucho tiempo llorando y soltando mucho dolor y al leerte he sentido que es necesario. gracias por compartir.

    1. Patricia Guijarro

      Gracias a ti Jovita.

      Me llena de amor saber que a través de mi toma de conciencia, os guío a poder abrir los ojos y entender vuestra información. Espero que puedas plantearte la vida de otro modo, pues la feminidad es un poder que nos han reprimido la sociedad y la religión de manera inconsciente y que solo nosotras podemos experimentar. Te animo en este doloroso pero maravilloso viaje de dejar ir las emociones de la infancia, pues en la oscuridad se halla el tesoro que te hará brillar. Cuando lo sueltas todo quedas en paz, es mágico y poderoso, aunque la vida te volverá a poner a prueba para que asientes tu nuevo estado de conciencia. Estoy aquí para lo que necesites.

      Un abrazo y que la fuerza te acompañe en este viaje!

  2. Bea

    Gracias, gracias,gracias

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