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Desata tu feminidad

La feminidad, esa energía vital que nos impulsa a ser apasionadas y sensuales, dulces y cariñosas, sensibles y emotivas. Divinidad creativa que todas llevamos dentro, que potencia nuestro ser para traer luz y sabiduría al mundo.

Mi trabajo con mujeres es el fiel reflejo de mi información inconsciente. Como nada es por casualidad, la vida me pone a personas que tengan la misma información que yo, permitiéndome ser espejo para ellas y viceversa.

Mujeres delgadas, obsesionadas con sus cuerpos, que ocultan su feminidad con ropas masculinas o con cortes de pelo por encima del hombro. Mujeres con problemas de menstruación o problemas alimenticios son el reflejo de la causa que potencian en su interior, el rechazo inconsciente de la feminidad.

La mujer herida

La obra de la psicóloga Linda Schierse Leonard, titulada la mujer herida, analiza los conflictos internos de las mujeres de la época actual, motivados por la relación padre-hija.

Como sabemos, unos de los roles que tiene un padre en el desarrollo psicoemocional de un niño y una niña, es acompañarles a salir del reino protegido de la madre y del hogar hacia el mundo exterior, los conflictos y el desarrollo individual.

El padre otorga una estructura sólida que aporta autoridad, responsabilidad, orden, disciplina, objetividad y toma de decisiones, y la madre aporta ciudados, cariño, ternura, alimento y afectos.

El niño al nacer forma una unidad con la madre, vínculo que se debe ir rompiendo sobre los 6-7 años de edad para permitir al padre ejercer su rol masculino,  aportando seguridad al niñ@ para que se adentre sólo al mundo exterior.

En muchos casos, es la madre la que no cede este papel al padre, asumiendo ella toda esa carga, bien porque no se fía del hombre porque en su clan los hombres han podido ser violentos, bien porque el hombre no está para hacer ese papel.

Carl G. Jung ya se basaba en este proceso haciendo una similitud con el viaje del héroe que todos llevamos dentro. Proceso de individuación que empieza por la superación de una primera barrara, la separación emocional de la madre, y por una segunda barrera, la bendición y reconocimiento del padre.

En la sociedad actual, cerca del 90% no ha superado la primera barrera, encontrándonos con hombres y mujeres emocionalmente inmaduros y dependientes de la madre. De ese 10% que supera la primera barrera, muy pocos legan a traspasar la segunda barrera.

El siguiente análisis de la Dra. Schierse define dos perfiles psicológicos del padre, destacando que la mayoría de padres se encuentran entre medio de los dos siguientes extremos: 

Padres tolerantes («eternos jovencitos») (1)

Estos padres se caracterizan por ser hombres soñadores, románticos, que eluden los conflictos de la vida real, incapaces de aceptar compormisos.

RASGOS POSITIVOS: Encantadores, románticos, creativos, inspiradores…

RASGOS NEGATIVOS: Evitan las épocas difíciles y quehaceres terrenales

Ejemplos: Hombres adictos, incapaces de trabajar, «donjuanes» que van de mujer en mujer…

Las HIJAS DE PADRES TOLERANTES, crecen sin un modelo de autodisciplina, límites ni autoridad. Adolecen de sentimientos de inseguridad, inestabilidad, falta de confianza en sí mismas, ansiedad, frigidez y ego débil.

Feminidad

Padres rígidos (1)

Duros, fríos y a veces indiferentes. Esclavizan a sus hijas con una actitud estrictamente autoritaria. La obediencia, el deber y la racionalidad son bases de su estructura mental. Alejarse de las reglas de la sociedad es algo que contemplan con recelo y desconfianza. No suelen estar abiertos a lo inesperado, a la expresión de la creatividad y los sentimientos.

RASGOS POSITIVOS: Su insistencia en la autoridad y deber aporta un sentido de seguridad, estabilidad y estructura.

RASGOS NEGATIVOS: Tienden a sofocar las cualidades femeninas del sentimiento, la sensibilidad y la espontaneidad.

Ejemplos: Padres que funcionan como viejos patriarcas que asumen el control de todo el dinero, dominando a su cónyuge e hijos con el tema financiero; padres que dictan todas las normas y exigen obediencia; padres que esperan que sus hijas alcancen un éxito extraordinario en el mundo; que les exigen que sigan los roles femeninos convencionales; padres que se niegan a reconocer señal alguna de debilidad o enfermedad en sus hijas, o que éstas sean diferentes a ellos.

Las HIJAS DE PADRES RÍGIDOS, en algún momento de su vida experimentan una relación dificultosa con sus propios instintos femeninos, puesto que sus padres nunca supieron reconocer su feminidad.

Como tuvieron unos padres duros y severos, puede que ellas lo sean consigo mismas y con los demás. Tienden a no gozar de una relación positiva con los hombres y con su propio espíritu creativo, al igual que las hijas de padres condescendientes.

La autora del libro, define dos PATRONES ANTAGÓNICOS que se dan en las mujeres causados por la herida padre-hija. Estos patrones son dos figuras arquetípicas que podemos desarrollar en cualquier etapa de nuestras vidas e incluso tener una mezcla de las dos, son LA ETERNA MUCHACHA  y LA AMAZONA ACORAZADA.

Madres sobreprotectoras

El papel de la madre en el desarrollo psicoemocional del niñ@, también es de suma importancia. Mi experiencia personal y profesional me demuestra que las mujeres que se casan con «maridos ausentes», sobreprotegen a los hijos varones o hijas con rol masculino en busca de protección y seguridad.

Aclaremos que una de las características del inconsciente es que no diferencia entre real, simbólico o ficticio. Por lo tanto, mi inconsciente no diferencia entre mi marido y mi hijo, pues lo que busca el inconsciente biológico es la protección de la energía masculina.

Del mismo modo, mi inconsciente no diferencia que mi marido esté ausente por el trabajo, por el deporte, por las mujeres, la bebida, porque esté en la cárcel, muerto o como si está en el sofá pero como si no estuviera, para el inconsciente es ausencia de protección y seguridad, es ausencia emocional.

La mujer del siglo XX es una mujer caracterizada por sus programa de desvalorización, una mujer cuyos valores ha impuesto la iglesia y cuyas creencias se han ido heredando de generación en generación. Estas mujeres se casaban con hombres con los que tenían que estar el resto de su vida aunque no estuvieran enamoradas, y si lo estaban, aguantaban la ausencia del marido durante toda la vida.

La ausencia emocional del hombre ha hecho que los progenitores varones sean sobreprotegidos por la madre, castrados y encadenados emocionalmente a ella para el resto de sus vidas, siendo incapaces de crecer emocionalmente y emprender su proceso de individuación.

El psicoanalista Sinmund Freud definió estos comportamientos con el término Complejo de Edipo, haciendo referencia a la competencia que experimenta el hijo con respecto a su padre por hacerse con el cariño y la protección de la madre.

Las hijas progenitoras con un rol masculino, pueden verse también castradas por sus madres, teniendo que asumir el rol del padre ausente para cumplir emocionalmente las expectativas de la madre.

Puede darse el caso en que la madre que tiene un hijo y una hija, sobreproteja al hijo y descuide la relación emocional con la hija. En estos casos la hija puede desarrollar trastornos de alimentación, por la ausencia de alimento emocional materno, así como rechazo inconsciente a su propia feminidad,  reflejo de la relación amor-odio con la madre.

Feminidad

La amazona acorazada

En mi caso, me podría definir con esta figura arquetípica de mujer que define la doctora Schierse Leonard en su obra, la mujer herida. Una mujer con una energía masculina muy desarrollada.

La disciplina, el orden, la determinación, la autoexigencia, la seguridad y la confianza en mi misma son aptitudes que he desarrollado gracias a haber tenido un padre rígido, estricto y autoritario, dirigido por sus creencias y valores militares.

Siempre me sentí protegida por él hasta que, años después del divorcio de mis padres, me fui a vivir con mi madre con 12, 13 años de edad. Esa es una edad crucial a tener en cuenta en una chica, ya que es la edad aproximada en la que una niña se convierte en mujer.

La separación de mi padre para irme a vivir con mi madre me supuso un fuerte estrés que empezó a manifestarse en las menstruaciones irregulares. Como ya os he comentado en otros artículos, la menstruación está ligada a la feminidad, la cual tiene una relación directa con la integración del principal principio femenino para la niña, su madre.

Hasta los 18 años, que me fui a estudiar fuera de casa, tuve que asumir en muchas ocasiones un rol masculino frente a dificultades que se presentaban en el hogar con las drogas y los estudios de alguno de mis hermanos.

A los 22 años que terminé la carrera y regresé a casa de mi madre, nuestra relación amor-odio se acentuaba, ya que percibía su sobre protección hacia mi hermano, por lo que decidí irme a vivir a casa de mi padre.

El psicoanalista Carl Gustav Jung acuñó el término Complejo de Electra, para referirse a la relación competitiva que se establece entre una madre y su hija por la atención del padre. En mi caso, siempre me he sentido una rival para mi madre con respecto a recibir la atención de mi padre que a ella le hubiese gustado recibir.

Fue a mis 22 años, cuando me fui a vivir con mi padre, cuando se empezaron a acentuar mis rasgos masculinos, ya que empecé a recuperar al padre que perdí con 12 años, y mi búsqueda de su atención y reconocimiento se manifestaba con comportamientos como la escalada y mi profesión como Guardia Civil.

Para muchas mujeres con esta energía masculina acentuada, buscamos fuertemente el reconocimiento y la protección de un padre que no estuvo como y cuando debía haber estado durante nuestro desarrollo psicoemocional, por lo que seguiremos buscándolo de adultas.

El rechazo de la feminidad

El rechazo a la feminidad, por lo tanto, es un proceso inconsciente que puede verse originado por dos vertientes:

1. Rechazo a la madre. Debido a tener una madre sobreprotectora de la energía masculina, podemos desarrollar una relación amor-odio hacia ella porque no nos quiso como a nosotras nos hubiera gustado que nos quisiera, pero aun así, seguimos buscando su amor y reconocimiento.

2. La dependencia emocional al padre. Seguimos queriendo ser la niña de papá, sin separarnos emocionalmente de sus brazos protectores. Apego que impide a muchas mujeres permitirse tener relaciones amorosas de calidad, ya que se ven emocionalmente unidas al padre.

Feminidad

La búsqueda del padre

La relación con los hombres está condicionada fuertemente por este rechazo inconsciente a la feminidad.  Nuestra coraza amazónica hace que nos protejamos del desamor, de futuros desengaños y abandonos. ​

Como todo en el Universo, en perfecto orden y equilibrio, un arquetipo de mujer amazónica atraerá hombres que se caractericen por su dulzura, romanticismo y ternura, para equilibrar las dos energías ánima-ánimus. En la medida que una mujer cede ese rol masculino a su pareja, la energía del macho tiende a equilibrarse con el de la mujer.

Puede darse, como es mi caso, que atraiga hombres con energía femenina, pero que a mi me atraigan más los machos alfas, hombres con energía masculina como mi padre, fiel reflejo de su búsqueda inconsciente.

Con estos hombres tengo la oportunidad perfecta para ceder mi rol masculino y desarrollar el femenino. Son relaciones que desatan muchos programas inconscientes que conllevan miedos e inseguridades, pero son una bella oportunidad para conocernos a nosotras mismas.

Podemos tener parejas que se parezcan a nuestro padre, o que sean todo lo contrario a él, ya que buscamos en nuestra pareja a nuestro padre, o lo que nos hubiera gustado que fuese nuestro padre.

Muchas mujeres ni siquiera permiten que un hombre entre en su vida por el miedo al abandono, pues el tener en nuestro clan hombres ausentes, como demuestra la epigenética conductual, hace que heredemos las emociones que mamá vivió en sus duelos emocionales.

Heredamos rabia, miedo y tristeza por sentirnos solas, emociones que van a protegernos de futuros desengaños y abandonos, necesarias para la supervivencia de la especie.

En este contexto, las mujeres podemos tener relaciones amorosas con hombres sin una duración estable, o puede manifestarse la homosexualidad, expresándose en ambos casos el miedo al abandono y el rechazo al hombre.

Toma de conciencia

Tomar conciencia sobre el apego emocional que tenemos con respecto a nuestra madre o nuestro padre, es un primer paso para emprender el mágico viaje del héroe. Un proceso de individuación que implica concerse a sí mismo, comprender los duelos y emociones vividas en nuestra familia que condicionan nuestros comportamientos.

Desapegarse de la madre y del padre son procesos necesarios para experimentarnos en nuestra máxima plenitud como individuos. Comprender por qué reprimimos alguna de nuestra energía anima/ánimus nos permite elegir vivir desde otro lugar para encontrar el equilibrio que nos permita desarrollarnos como hombres y mujeres emocionalmente libres.

No se trata de dejar de ser un hombre femenino o una mujer masculina. Se trata de tomar conciencia e ir poco a poco buscando el equilibrio para alcanzar el bienestar emocional.

Mi experiencia en las relaciones me demuestra cómo nos polarizamos entre estas dos energías. Como os cuento en la publicación «por qué no tengo éxito en mis relaciones de pareja», el miedo al abandono heredado de las mujeres de mi clan, hace que no quiera, inconscientemente, un compromiso con un hombre.

En la medida que voy permitiendo que un hombre entre en mi vida, tengo la oportunidad de desarrollar mi feminidad.

Feminidad

¿Qué hago para integrar la feminidad?

Integrar la feminidad es un trabajo personal e individual maravilloso, en el que la vida te va poniendo pruebas y que, cuanto más despierta estés, más fácil te será reconocer la mujer que llevas dentro.

En mi PROGRAMA «DESATA TU FEMINIDAD» os acompaño en este bello proceso de transformación:

Lo primero de todo es INTEGRAR A LA MADRE, nuestro prototipo de feminidad. Expresar las emociones reprimidas hacia ella para llegar a verla desde el amor y la compasión. Dejar de buscar que nos quiera como a nosotras nos gustaría que nos quisiera.

Esta fase implica un cambio de percepción hacia la madre que conlleve un cambio de conciencia y, como consecuencia, un cambio emocional.

Entender que su «odio a los hombres» por haber tenido un marido ausente, también fue heredado de las mujeres del clan, pero que esas emociones no son nuestras y podemos liberarnos de esa carga de dolor y sufrimiento para vivir en paz con nuestra feminidad.

En la medida en que vayas integrando a la madre, irás aceptando tu cuerpo y tu energía femenina irá brillando con naturalidad.

Lo segundo y de gran importancia es DESAPEGARTE DEL PADRE. Este fuerte vínculo emocional puede estar provocando que no te permitas tener relaciones amorosas con los hombres.

En la medida que permitas que un hombre entre en tu vida, tu vínculo con el padre se irá desplazando hacia tu pareja. También implica un cambio de percepción hacia la manera en que estuvo o no estuvo tu padre, siempre desde el amor y la compasión que conlleven un cambio emocional.

Permitirnos experimentar la individuación como hombres y mujeres libres emocionalmente, es un viaje de aventuras que recomiendo experimentar a todo el mundo.

Venimos a esta vida a vivir una experiencia y comprender el para qué reprimimos nuestra energía femenina o masculina, nos permite elevar la conciencia y cambiar nuestra percepción de la vida.

Muchas mujeres no son conscientes del gran poder de creación que tenemos, y nunca mejor dicho, somos creadoras de la vida.

Mi propósito a día de hoy es acompañar desde la Bioneuroemoción a hombres y mujeres a comprender el sentido de sus vidas, y más en concreto a acompañar a mujeres que sienten la necesidad de expandir su feminidad hacia el mundo como he logrado hacer yo.

Por ello, animo a todas aquellas mujeres que se sientan identificadas, que contacten conmigo para adherirse a mi nuevo programa transformador de la conciencia, DESATA TU FEMINIDAD, donde trabajaremos individualmente todos los campos emocionales mencionados.

Para finalizar, me gustaría mencionar que en este artículo me he centrado sobre todo en las características del arquetipo AMAZONA ACORAZADA desde mi experiencia personal, ya que es con el que me identifico más claramente, aunque creo de vital importancia analizar próximamente a la ETERNA MUCHACHA, la otra polaridad arquetípica con la que muchas mujeres se sienten identificadas.

Me despido con un bella frase de Un Curso de Milagros que dice así:

«Criatura de Dios, fuiste creado para crear lo bueno, lo hermoso y lo santo. No te olvides de eso» Texto: Cap.1-VIII, pág.16

Referencias bibliográficas:

(1) (2005) Linda Schierse Leonard, La mujer herida , cómo sanar la relación padre-hija

Patricia Guijarro

Acompañante y mentora de mujeres que quieren mejorar su autoestima, salud y bienestar emocional. Inconformista y buscadora de la verdad, he descubierto el poder que tienen las emociones y los pensamientos en nuestra vida.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. yeymi

    Me encantó como abordaste el tema desde las heridas de la infancia que es donde todo se origina.

    1. Patricia Guijarro

      Gracias Yeymi. Así es, en la infancia está el origen a todos nuestros conflictos de la edad adulta. Sanar nuestra niña interna nos permite vivir la vida con responsabilidad y coherencia emocional. Un abrazo

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