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Creencias limitantes

La Bioneuroemoción® es una forma de ver y entender la vida en la que dejamos de ser víctimas para convertirnos en los plenos responsables de nuestras vidas. ¿Qué significa ser el responsable de todo lo que acontece a mi alrededor?

Significa dejar de juzgar y entender que cada persona es dirigida por una manera de percibir la vida, condicionada por unas creencias, unos valores, unos deseos… en definitiva una información inconsciente adquirida del ámbito sociocultural en el que ha nacido y en el ámbito familiar que se ha criado. Cuando nacemos somos como un folio en blanco, el consciente colectivo, el consciente familiar y finalmente el consciente individual va determinando unas creencias en nosotros.

Hace no tantos años «las mujeres no podían votar«, una creencia colectiva que formaba parte de la manera de ver la vida en aquella sociedad, hasta que el cuestionamiento de dicha creencia fue dando paso a la libertad de expresión de la mujer.

Otra creencia condicionada por el consciente colectivo sería «las mujeres tiene que casarse y tener hijos a determinada edad«, esta creencia que tienen muchas mujeres les genera cierto estrés porque, como dicen, «se les pasa el arroz», lo que es biológicamente cierto, pero ¿es real que haya que casarse y tener hijos para ser feliz? ¿A qué hemos venido al mundo? ¿A ser felices o a encajar en la sociedad?

¿Te imaginas el estrés de una mujer que vive condicionada por esa creencia?, ¿y qué pasa si no quiero casarme?, ¿qué pasa si no quiero tener hijos?, estas creencias también forman parte del consciente familiar y, en muchas ocasiones, son los familiares los que no hacen más que preguntar «¿todavía sigues soltero/a?» «¿cuándo encontrarás un hombre/una mujer con quien casarte?» «¿cuando vais a hacernos abuelos?» «¿Te casarás algún día?».

La cultura y las religiones son la causa de gran parte de nuestras creencias, pues depende de donde hayas nacido serás de una manera u otra.

La familia nos instaura unas creencias que pasarán a formar parte de nuestra manera de ver la vida y condicionarán nuestra forma de actuar.

En mi caso, por ejemplo recuerdo frases de mis padres durante la adolescencia como, «la comida no se tira», «que no quede nada en el plato», «todos los hombres son iguales», «tienes que estudiar una carrera», «pintarse las uñas es de mujeres», «nunca tengas hijos», «que de ostias te va dar la vida»…

Tanto estas como las frases potenciadoras, «desátate los cordones antes de quitarte las zapatillas», «hazte la cama antes de irte», «de todo se sale menos de la muerte», «estudia lo que más te guste»… son frases que han ido perfilando mi manera de ser durante años.

Conforme uno va creciendo y experimentando en la vida, va creando sus propias creencias, lo que vendría a conformar el consciente individual.

Creencias

Creencias inconscientes

Muchas creencias son inconscientes, actuamos sin darnos cuenta de que lo que opera en nuestra psique es una creencia. Como ejemplo una de mis creencias inconscientes de la que me di cuenta hace poco es que «tengo que hacer lo que esperan los demás que haga para ser reconocida, para sentirme integrada en un grupo«.

Cuando era más jovencita esta creencia dominaba mi vida, llegué a drogarme durante la adolescencia para sentirme integrada en el grupo de amigas, hacía cosas que no quería hacer por sentirme perteneciente al grupo.

A día de hoy estoy muy atenta de mis actos porque dicen mucho de mi y me permiten autoindagarme para seguir creciendo emocionalmente.

En ocasiones me doy cuenta de que actúo inconscientemente bajo esa creencia de»dar una imagen para pertenecer al grupo«. Por ejemplo, estar hablando con alguien y querer irme de allí porque su conversación no me interesa, pero no hacerlo y seguir escuchando a la persona dando una imagen que realmente no soy, una imagen políticamente correcta.

Cuando tomé consciencia de esta creencia empecé a ser coherente conmigo misma, rompí mis ataduras inconscientes con todo aquello que no me llenaba en la vida y empecé de cero, consciente de que la vida me iba a traer nuevas personas, nuevos proyectos y nuevas experiencias.

«Cuando alguien toma plena conciencia, no pregunta, actúa» Enric Corbera

La intención positiva de las creencias

Todas las creencias tienen su intención positiva, puesto que detrás de una creencia hay un trasfondo emocional que proviene de la infancia y de nuestro árbol genealógico. En mi caso, el hacer cosas para pertenecer a un grupo y sentirme integrada, proviene del miedo a la soledad, de la búsqueda de reconocimiento, de aceptación, puesto que en mi casa pasaba mucho tiempo sola, sin papá y sin mamá, sin esa estructura familiar que me aportase reconocimiento y seguridad en mi misma.

Si seguimos analizando en mi árbol, mi madre y mi padre también carecieron de esa estructura que les aportase reconocimiento por lo tanto lo tuvieron que buscar fuera de casa, conformando así una imagen que dar al mundo para sentirse integrados, reconocidos por la sociedad.

El ser humano es un ser social, pues desde que nacemos pertenecemos a un grupo, crecemos y nos preparamos para integrarnos en la sociedad, el instinto animal nos permite desarrollarnos como individuos gracias a la interacción con los demás, pertenecer es una cuestión de supervivencia,  pero ¿qué pasa cuando dejamos de ser quien somos por miedo a no pertenecer a ese clan?

Otra creencia que domina mi vida y de la que he tomado consciencia, se deriva de la frase que me decía mi madre de joven cada vez que terminaba una relación , «todos los hombres son iguales», por otro lado, mi padre no me dejaba maquillarme ni pintarme las uñas durante mi adolescencia, supongo que era una manera de protegerme de los hombres, pues inconscientemente me está diciendo que si llamo la atención de los hombres corro peligro.

De todo ello se genera en mi la creencia de que «los hombres no son de fiar«. Esta creencia tiene su intención positiva, protegerme de los hombres que, según las creencias y experiencias de mis padres, no eran de fiar.

Esta creencia me permite desarrollar otra creencia, «soy una mujer independiente y puedo conseguir aquello que  me proponga», potenciando así mis cualidades masculinas, determinación, acción, orden, disciplina, decisión…

«El hundimiento de una creencia crea una nueva dimensión del sujeto, al obligarle a conducir su personalidad a lo largo de un eje situado fuera del plano de aquella» Juan Benet.

Creencias

 

¿Qué creencias dominan tu vida?

Muchas de nuestras creencias limitantes se dividen en tres categorías:

  1. POSIBILIDAD: Creencias que consideran inalcanzable un objetivo, independientemente de las capacidades propias (falta de esperanza). «Haga lo que haga nada cambiará», «lo que deseo es inalcanzable»… etc.
  2. CAPACIDAD: Creencias de que el objetivo deseado el alcanzable pero no se tiene la capacidad necesaria para lograrlo. Son creencias relacionadas con dudas sobre nuestras propias capacidades o sobre la falta de capacidades. «Esto está al alcance de otros pero no de mi», «no soy lo bastante bueno para conseguirlo»… etc.
  3. MERECIMIENTO: Creencias de que el objetivo deseado no es merecido por algo que fue o no fue hecho (falta de valoración personal). «Soy un fraude, no merezco estar aquí», «lo he hecho fatal, no merezco otra oportunidad»…. etc.

Una creencia puede estar originando una enfermedad a nivel físico, mental y espiritual. Por ejemplo, muchos problemas de próstata son provocados por conflictos entre creencias y necesidades biológicas. Supongamos que un hombre tiene una relación con una mujer mucho más joven que él, puede tener creencias limitantes de capacidad como «¿podré responder sexualmente? ¿y cuando sea mayor?».

Esta relación también puede llevar implícita muchos tabúes, ya que la educación judeocristiana no ve con buenos ojos que los miembros de una pareja se lleven muchos años. Otro ejemplo sería la situación de un sacerdote que siente un fuerte estrés porque tiene la necesidad de tener relaciones sexuales pero sus creencias religiosas se lo prohíben.

Todas y cada una de las creencias son constructos creados por la mente humana que condicionan nuestra forma de ver la vida, nos enfermamos por la confrontación de nuestras creencias y/o de nuestras necesidades biológicas generándonos un estrés que acaba manifestándose en nuestra biología, de allí la importancia de nuestro cuerpo como medio de comunicación.

Es importante pararse a observar cuando tengo un síntoma físico, pararse a observar qué pensamiento he tenido y qué creencias hay detrás. ¿Soy coherente conmigo mismo?, ¿pienso, siento y actúo en coherencia?

«Las creencias irreconciliables (limitantes) influyen en nuestro organismo reflejando alteraciones en el cuerpo» David R. Hawkins

Tomar consciencia de nuestras creencias limitantes es muy liberador, porque te permite ser consciente de que es sólo una creencia, que puedes cambiarla por otra que te potencie, que te ayude a crecer como persona en vez de limitarte en tus experiencias de vida.

Creencia «yo estoy separado de los demás»

Esta es una de las principales creencias del ser humano de la cual se deriva la creencia de que «algo externo a mi me puede hacer daño y/o me puede amar». A partir de esta creencia dual se conforma todo un sistema de creencias limitantes como la «creencia de que todo está separado», «la creencia en la buena y en la mala suerte, en la casualidad», «creencia en la escasez», «creencia en la soledad», «creencia de que soy especial»,» creencia en el juicio», «en el si tú tienes yo no tengo»…

Buda ya nos decía hace 2500 años que «todo está interconectado», Carl Gustav Jung nos habla de lo importante que son las sincronicidades, las cuales no tienen sentido en un mundo dual y sí en un mundo conectado entre sí. David R. Howkins nos dice:

«Aquello que se mantiene en la mente tiende a manifestarse, incluso las creencias inconscientes. Sin un cambio de conciencia, no hay verdadera reducción de estrés»

La creencia en la separación es la primera que instaura la psique humana principalmente por el hecho de percibirnos como un organismo separado de un medio exterior. Pero con la evolución del hombre se han ido instaurando creencias y conformando así nuestra propia forma de ver la vida.

Ken Wilber en su libro La conciencia sin fronteras nos dice así: Un antiguo sabio taoísta dijo: «los Hombres Verdaderos de antaño no sabían nada del amor de la vida ni del aborrecimiento de la muerte. Entrar en la vida no era para ellos ocasión de alegría; abandonarla no les moviliza resistencias. Serenamente llegaban y se iban. Carecían pues de todo impulso de resistencia al Tao y no intentaban valerse de lo humano para resistir a lo Celestial».(1)

Los Hombre Verdaderos de antaño no temían a la muerte, no porque fueran tan estúpidos que ni si quiera hubieran llegado a eso, sino porque , al «trascender el cuerpo y la mente», eran eternamente uno con el infinito. Y el Hombre Verdadero, como señala Rinzai, es en realidad nuestro propio Ser Verdadero, nuestra propia conciencia de unidad. Cuando una persona se da cuenta de que su ser fundamental es el ser del cosmos, entonces la muerte aparente de las formas individuales no es sólo algo aceptable, sino algo querido.(1)

Creencias

Las creencias en las relaciones interpersonales

De la creencia en la separación se derivan tres creencias importantes que son el fundamento de toda «relación especial»:

  1. Creencia en la escasez:  Creer que me falta algo que alguien externo a mi me puede dar.
  2. Creencia en la soledad: Creer que mi felicidad no está en mi, sino depende de algo o alguien.
  3. Creencia de que soy especial: Creer que si le gusto al otro, éste se quedará conmigo.

El miedo a perder una relación especial pone en práctica la «creencia en el sacrificio y en el sufrimiento como acto bueno«. Empezamos a hacer cosas que no queremos hacer para gustarle al otro y que éste no nos deje. Nos esforzamos en hacer cosas que sabemos que pueden gustarle al otro y así ganarnos su confianza y su atención. A esto se llama manipulación, es un acto egoísta el hacer las cosas ya no por la otra persona, sino para que la otra persona no me deje.

Como dice Un Curso De Milagros: «Tu mayor sacrificio se convertirá en tu amargo resentimiento»

Son relaciones basadas en el miedo pues al final de la relacion acaban echándose en cara lo que han hecho el uno por el otro, cuando en verdad lo hacían egoístamente para no estar solos.

La «creencia en el sacrificio y en el sufrimiento como acto bueno» no solo se da en la relaciones de pareja sino a cualquier ámbito interpersonal.

Anthony de Mello, sacerdote jesuita y psicoterapeuta conocido por sus libros y conferencias sobre espiritualidad, describe una vía de relaciones interpersonales que tienen que ver con el Análisis Transaccional de Eric Berne, médico psiquiatra fundador y creador inicial del Análisis Transaccional. Un juego psicológico en el cual un individuo pasa por tres papeles en el momento de relacionarse con otra persona(2):

  1. El rescatador: actúa bajo el influjo de la culpabilidad.
  2. La víctima: Actúa bajo el influjo del resentimiento.
  3. El perseguidor: Actúa bajo el influjo de la agresividad.

Como ejemplo, supongamos tengo mucho que estudiar porque tengo unos exámenes la próxima semana y quiero centrarme en mi casa. Me escribe una amiga reclamando mi atención porque ha dejado su relación de pareja y no quiere estar sola.

Como soy incapaz de decir que no, le digo que venga a mi casa. (aquí soy el RESCATADOR, si le digo que no, me sentiré culpable).

De repente me arrepiento de haberle dicho que viniera (aquí me comporto como una VICTIMA, siento resentimiento hacia ella porque siempre me manipula).

Cuando llega mi amiga y me empieza a contar la misma película de siempre, empiezo a impacientarme porque termine rápido con sus lamentos y me cabreo con ella contestándole de forma irascible (aquí me comporto como el PERSEGUIDOR, le contesto mal).

La historia continúa cuando me siento culpable y no puedo dormir. Al día siguiente voy a ver a mi amiga para saber cómo está y disculparme. Ella aprovecha la situación y empieza con sus lamentaciones de siempre. Aquí es el momento en el que el círculo empieza de nuevo convirtiéndose en una tendencia.

«Sólo el día que no nos importe lo que piensen de nosotros empezaremos a ser libres y saber amar porque les daremos la respuesta adecuada» Enric Corbera

Creencias

Cuestionarnos nuestras creencias nos permite entregarnos a la Divinidad, a ese Todo con el que nacemos y que vamos definiendo con el paso de los años, creando en nosotros una identidad a base de creencias, valores, deseos…

Conforme nos envejecemos y nos acercamos a la muerte vamos desvaneciendo esa identidad, dejamos de defender nuestro YO, ya no importa lo que piensen los demás, ya no merece la pena gastar energía en defender lo que soy o no soy, nos preparamos para la muerte, para la totalidad.

Me despido con una bella frase de Un Curso De Milagros que dice así:

«Lo que ves refleja lo que piensas. Y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver». Libro de ejercicios: Lec.130, pág. 250

Referencias bibliográficas:

(1) (2015) Ken wilber, La conciencia sin fronteras

(2) (2008) Anthony de Mello, Autoliberación interior 

Patricia Guijarro

Acompañante y mentora de mujeres que quieren mejorar su autoestima, salud y bienestar emocional. Inconformista y buscadora de la verdad, he descubierto el poder que tienen las emociones y los pensamientos en nuestra vida.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Fernando Carrillo

    Me parece bien todo pero habría que hacer ciertas “matizaciones “. No se puede generalizar.

    1. ¡Claro Fernando, argumenta tus matizaciones! Estoy encantada de escucharlas.
      Un abrazo

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